viernes, 10 de febrero de 2012

Reforma laboral o "Españoles, Franco ha muerto".

Tengo 24 años y nací en 1988, lo que significa que, como poco, estamos en el Siglo XXI. El fascismo es algo del Siglo pasado, habiendo surgido dicha teoría política de forma especular a la del comunismo. Así, mientras el marxismo teoriza la Historia como una lucha de clases en la que la trabajadora debe alcanzar el poder mediante la propiedad de los medios de producción (es decir, repartiéndose a partes iguales la propiedad de todo) al ser los únicos que realmente crean riqueza (lo cual es una falacia, esto es, una mentira con apariencia de verdad que he intentado desmontar aquí) el fascismo teoriza la sociedad como un conjunto de clases que deben cooperar mediante la intervención del Estado para alcanzar el bienestar social óptimo.

De este modo, el comunismo crea los sindicatos de clase (obrera, se sobreentiende), que son horizontales y los únicos posibles, mientras que el fascismo crea los sindicatos verticales, que no son más que sindicatos de cada sector de actividad (astilleros, comerciantes, etc.) en los que están representadas las dos partes de la relación laboral (empresario y trabajador) junto con el Estado, que actúa a modo de árbitro o moderador.

Frente a los dos modelos "con garra" del Siglo XX (¿y del XXI?) continuaron existiendo las decadentes y débiles democracias liberales que, hablando en plata, no "molaban nada" al estar superadas por estas nuevas teorías y que, como si en la teoría de la evolución darwiniana estuviéramos, estaban condenadas a desaparecer.

Pero, ¡oh Dios mío! ¡¡La vieja democracia griega no ha sucumbido!! Es más, ¡¡prevalece!! O al menos así es a día de hoy.

Sin embargo, está infectada con un virus (sobre todo, que no únicamente porque en los Estados Unidos también, en la vieja Europa); el Derecho Laboral...DE CORTE MARXISTA.

Deben saber, queridos lectores, que el Derecho Laboral español (hablo de él porque es el que nos toca) aún ve al trabajador como el "pobre oprimido por el empresario". Ya, ya. Me diréis; "¡¡Desgraciado!! ¡Aún no has acabado las Carreras! ¡Ya verás cuando te enfrentes al mundo laboral y te veas obligado a luchar con la vida real!"

A esta gente le diría dos cosas; la primera...¿qué sabréis vosotros? Es posible que yo ya me haya enfrentado al mundo laboral mientras realizaba mis estudios (y os puedo asegurar que sin enchufe de ningún tipo, es decir, no en la "empresa de mi padre/tío" como muchos de mis compañeros). Lo segundo que diría es; ¿qué es más importante? ¿Tener trabajo o estar en el paro a costa de que los que trabajan tengan derechos y beneficios sociales?

Es sobre esta disyuntiva sobre la que bascula el sistema laboral en todo el mundo; ¿le damos más derechos a los que ya trabajan o se los quitamos para que los que no trabajan también puedan acceder al mundo laboral?

Daré un ejemplo cercano (aunque recomiendo leer el artículo entero). En este enlace se dice lo siguiente de la reforma laboral de 1984:

"Resultados
La reforma cumplió su objetivo de crear empleo, ya que según datos del Anuario de Estadísticas Laborales, elaborado por el Ministerio de Trabajo, el número de ocupados se incrementó en 1.365.000 personas, por el aumento en 765.000 personas del número de parados. Sin embargo, el nuevo marco legal generó el problema de la alta tasa de temporalidad del mercado laboral, es decir, el elevadísimo número de contratos temporales. Además, no consiguió corregir la elevada tasa de paro, que en 1993 se encontraba en el 22,7%."

Es decir, que la creación del contrato temporal...¡¡¡permitió crear empleo de forma estructural!!! En este caso hay que decir que la tasa de paro no bajó al producirse la incorporación de la mujer al mundo laboral durante dicho período (por mucho empleo que se cree si la población activa aumenta el paro aumentará o se mantendrá). En el caso de que dicha incorporación no se hubiera producido el paro habría bajado gracias a esta liberalización socialista del mercado laboral al introducir el contrato temporal. Es decir, lo que se llevó a cabo (como señala la última frase del apartado Objetivos en este artículo de El Economista) es "crear un entorno a un lado en el que permitir la existencia de un grupo de trabajadores para los que las reglamentaciones del mercado serían mucho menos restrictivas" o, lo que es lo mismo y como he señalado más arriba, quitarle derechos a los que ya trabajan (si creas un tipo de contratación más "basura" que la existente corren el riesgo de ser despedidos para ser sustituidos por temporales) para que los que no trabajan también puedan acceder al mundo laboral.

¿Y adónde quiero llegar con todo esto?

Hoy, en pleno Siglo XXI, la legislación laboral fascista (de origen comunista, ya que, aclaro, los fascistas lo único que hicieron fue complementar el concepto de "lucha de clases" introduciendo al Estado totalitario como árbitro de la lucha y manteniendo al patrón en las negociaciones), que es de donde vienen términos como "negociación colectiva", ha muerto en España o, mejor dicho, ha empeorado su salud muy notablemente.

Esperemos que para bien de TODA la sociedad (porque lo que debe buscar el legislador es el óptimo social en el sentido de Pareto, es decir, aquélla situación en la que no se pueda beneficiar a nadie sin perjudicar con ello a alguien).

Las reformas del Gobierno las comentaré de forma concreta en la siguiente entrada.

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